«Sichuan, más que pandas», dice el folleto del paquete de regalo entregado a los participantes de la conferencia de promoción China (Sichuan)-Chile y al niño. Es cierto: las relaciones entre nuestro país y esta próspera provincia china son muy estrechas. El año pasado se produjo una visita de Estado del presidente Gabriel Boric y la apertura del consulado de Chile en su capital, Chengdu.
A cambio, el gobernador de Sichuan, Huang Qiang, junto con el embajador de China en Chile, Niu Qingbao, llegaron para inaugurar la conferencia con una gran delegación empresarial y cultural. Fueron recibidos por la subsecretaria de Relaciones Económicas, Claudia Sanhusa, el secretario general de la SOFOFA, Rodrigo Yáñez, y el director de ProChile, Ignacio Fernández.
Si se compara, todo lo relacionado con China nos amplifica, por lo que frente a las cifras empresariales, los empresarios chilenos (en su mayoría de derecha) no exigen sanciones ni se suman a las impuestas por Estados Unidos y sus aliados. Imaginemos, más bien, mercados para el consumo de cobre, litio, salmón y cerezas. Si el lector aún no lo sabe, China será el principal socio comercial de Chile hacia 2023, destinando el 39% de nuestras exportaciones.
La Sala Patagonia del Hotel Mandarin Oriental bullía de palabras chinas, un tsunami verbal que pocos chilenos entendían. Son aires frescos, o al menos aires frescos, que vienen a sustituir a nuestra «provincia rica y ordenada». Esperamos no repetir el error de ser proveedor de materias primas minerales y vegetales. Un cambio en el comprador no significa necesariamente un empeoramiento de la desigualdad en el hogar. A juzgar por la resignación contenta de los chilenos actuales, hijos del poder, no estoy tan seguro de eso.
Las principales exportaciones de Chile son minerales y recursos naturales.
Sin embargo, la potencia asiática está expresando enfáticamente su interés en el comercio, continuando con su larga tradición de innovar quiénes son sus socios.
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